EL IMPRESIONANTE MIRADOR DE LOS CUCHUMATANES, HUEHUETENANGO

VIAJES / 23 Sep 2019 / Por: Celeste Hernández

El mirador Juan Dieguez Olaverri, se ubica en la parte alta del municipio de Chiantla. El nombre de este mirador es en honor al poeta Juan Dieguez, ya que le dedico un poema cuando estaba lejos del lugar donde se inspiraba, donde tenía un refugio para su alma y fluía la creatividad para sus obras.

Según la historia, el arquitecto Ronaldo Castillo diseñó en 1987 las emblemáticas cabañas, pero fueron los pobladores quienes construyeron la edificación. En la actualidad, ambas cabañas son símbolo del mirador en honor a al poeta.

Juan Diéguez Olaverri nació en Huehuetenango (Guatemala) el 26 de noviembre de 1813 y falleció en ese mismo país el 28 de junio de 1866. Es un poeta muy recordado en su tierra, pese a su escasa producción literaria.

Como muchos otros poetas realizó la carrera de leyes, aunque siempre sintió una profunda pasión por las letras y escribió numerosos poemas y, sobre todo, textos políticos, en los que plasmó sus ideas liberales. Cabe mencionar que su padre fue José Domingo Diéguez, una de las figuras fundamentales de la independencia guatemalteca; que firmó el acta de la Independencia de dicha tierra.

Durante el gobierno de Rafael Carrera, debió exiliarse porque fue amenazado de muerte por un grupo militar, entre cuyos integrantes se encontraban los hermanos del poeta. Estando en México, escribió muchas poesías a su tierra donde plasma sus sentimientos nacionalistas y lo que le produce pensar en los paisajes de Guatemala.

Este poeta se encuentra en la entrada del mirador, es fascinante visitar este lugar, con una vista espectacular, puedes visitarlo con tus amigos o en pareja para tener un romántico recorrido.

¡Oh cielo de mi Patria!
¡Oh caros horizontes!
¡Oh azules, altos montes;
oídme desde allí!
La alma mía os saluda,
cumbres de la alta Sierra,
murallas de esa tierra
donde la luz yo vi!

Del sol desfalleciente
a la última vislumbre,
vuestra elevada cumbre
postrer asilo da:
cual débil esperanza
allí se desvanece:
ya más y más fallece,
y ya por fin se va.

En tanto que la sombra
no embargue el firmamento,
hasta el postrer momento
en vos me extasiaré;
que así como esta tarde,
de brumas despejados,
tan limpios y azulados
jamás os contemplé.

¡Cuán dulcemente triste
mi mente se extasía,
oh cara Patria mía,
en tu áspero confín!,
¡cual cruza el ancho espacio,
ay Dios que me separa
de aquella tierra cara,
de América el jardín!

En alas del deseo,
por esa lontananza,
mi corazón se lanza
hasta mi pobre hogar.
¡Oh, dulce madre mía,
con cuanto amor te estrecho
contra el doliente pecho
que destruyó el pesar!

¡Oh, vosotros que al mundo
conmigo habéis venido,
dentro del mismo nido
y por el mismo amor;
y por el mismo seno
nutridos y abrigados,
con los mismos cuidados,
arrullos y calor!

¡Amables compañeros,
a quienes la alma infancia
en su risueña estancia
jugando me enlazó
con lazo tal de flores,
que ni por ser tan bello,
quitárnosle del cuello
la suerte consiguió!

Entro en el nido amante
vuelvo al materno abrigo:
¡Oh cuánto pecho amigo
yo siento palpitar,
en medio el grupo caro,
que en tierno estrecho nudo
llorar tan sólo pudo,
llorar y más llorar.

¡Oh cielo de mi Patria!
¡Oh caros horizontes!
¡Oh ya dormidos montes
la noche ya os cubrió!:
adiós, oh mis amigos,
dormid, dormid en calma,
que las brumas en la alma,
¡ay, ay! las llevo yo.